El peligro de centrarnos en el problema es que las personas acaban dejando que sea el problema el que los defina a sí mismos.
El peligro de centrarnos en el problema es que las personas acaban dejando que sea el problema el que los defina a sí mismos, sus relaciones y su vida, ignorando y perdiendo elementos que podrían ser muy importantes en su recuperación y nuestro trabajo terapéutico, ya que perdemos elementos que pueden convertirse en valiosas competencias que ya se encuentran en su vida y pueden definirlas de otra forma, alentando expectativas.
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